Yo no soy fanático de los Beatles, ni siquiera fue mi época, pero no podemos negar que hemos crecido escuchando muchas canciones del cuarteto más famoso de Liverpool.
Esta obra excéntrica es para mí sublime, debo reconocer que me gustan los musicales, más que nada por la música, incluso compro muchos soundtracks, Quentin Tarantino y Baz Luhrmann tienen una tendencia a musicalizar su obras por demás magnífica, y si de musicales hablamos Romeo + Julieta y Moulin Rouge, del último director mencionado son un claro ejemplo de lo que hablo.
Ahora,
A través del universo (Across the universe) es para algunos espectadores, un
desastre monumental; para muchos otros, una comedia musical con estupendas
ocurrencias visuales y para mi una pieza magnífica que ya es parte de mi colección. Sé que todo depende del cristal con que se mire, del oído con
que se escuche, de la franja generacional a la que el espectador pertenezca y,
por supuesto, de la naturaleza de los gustos musicales.
Esta cinta de Julie Taymor, es, sin mayores trámites, un desbocado
tributo a la música de los Beatles; una comedia romántica con una trama tan
endeble y previsible, que sin el disfrute cabal de las 33 melodías del cuarteto
de Liverpool, cuyas letras sirven de soporte narrativo, sería, por decirlo
una película romántica más.
Años 60. Jude (Jim Sturges),
joven obrero británico, abandona los astilleros de Liverpool, a su madre y a su
novia, para lanzarse a Estados Unidos en busca del padre que abandonó a la
familia siendo él recién nacido. En Princeton se hace de un amigo, Max (Joe
Anderson), quien luego le hace descubrir la bohemia neoyorkina de Greenwich
Village, el mundo de las drogas y la sicodelia, y de cuya hermana se enamora.
Cuando el rebelde Max es reclutado contra su voluntad para pelear en Vietnam,
Jude se enfrenta a las exigencias del movimiento pacifista y al cuestionamiento
de su trabajo y compromiso como artista plástico.
La trama sugiere una
combinación de las comedias musicales Rent y Hair, que la directora Julie
Taylor puede amalgamar convenientemente por su propia experiencia escénica en
Broadway, donde antes triunfó con la puesta en escena de El rey León.
El propósito fílmico es, sin
embargo, más ambicioso. A través del universo es un alegato contra la guerra de
Vietnam, sonado fracaso histórico, y también, alusivamente, contra la
insistencia intervencionista que hoy conoce un nuevo fracaso en Irak. El
sacrificio de una generación en aras de una aventura bélica irracional, sus
saldos de desánimo y frustración, y el clima de protesta generalizada que
provocó dicho absurdo, tienen resonancias fuertes para el público juvenil
actual, y esto confiere a la cinta y a su nostálgica incursión en el mundo de
la contracultura estadunidense, una actualidad indiscutible.
De hecho, los
números musicales más atractivos son precisamente los relacionados directamente
con la guerra (“I want you –she’s so heavy”, con el Tío Sam desprendiéndose de
los carteles de reclutamiento, y sus coreografías de soldados autómatas),
números que evocan al cine de Alan Parker (The Wall) y a las extravagancias de
Ken Russell (Tommy), sin esa sacarina con la que la también realizadora de
Frida (2002) reviste su pequeña historia de amor.
El largo viaje mágico al que
convida la directora hace un juego de referencias, casi todas
transparentes, para los aficionados a la música de los Beatles. Muchos
personajes anuncian desde su nombre la canción que eventualmente les será
dedicada y la situación romántica o dolorosa por la que habrán de atravesar.
Queda para el espectador el ávido placer de asistir al tránsito de una
canción a otra como en una hora de complacencias radiofónicas.
El coctel musical tiene de todo:
comedia romántica y comentario social, intermedio sicodélico con apariciones de
figuras del rock invitadas, Joe Cocker y Bono (U2); alusiones a Jimmy Hendrix y
a Janis Joplin; júbilo de rebeldía antiburguesa, a lo Milos Forman (Hair), en
una azotea libertaria desde donde coralmente se canta All you need is love, y
un pudor cauteloso en las escenas de desnudo y erotismo que garantiza en la
taquilla la clasificación más rentable. Un acierto es la manera en que se
consigue dar vida nueva a las canciones del cuarteto sin forzar jamás la nota,
de manera original e inventiva. Réntenla y si les agrada, cómprenla, vale la pena.
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