El coyote inválido

El ser de un grupo intelectual es también disfrutar de todas las cosas que se hacen en la vida por absurdas que parezcan. Qué hueva ver solo películas de muestra, no sentir la pasión de algún deporte y escuchar música solo por pose. ¡Buuu! En este blog sólo expreso mis opiniones y observaciones muy, pero muy particulares, pero todo al estilo COYOTE.
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viernes, 4 de mayo de 2012

La triste realidad


Una triste realidad de nuestro país es que queremos cambiar pero no aceptamos el cambio. Quizá algún día no muy lejano podamos realmente hacerlo como pueblo y crear un gran país ordenado y prospero.
Dios llamó a su hijo, Jesús, y le dijó:
­–Ya no aguanto más tantas oraciones que recibo de los mexicanos para acabar con la delincuencia, la injusticia y la impunidad en ese país. Así que te vas inmediatamente para allá, llévate un buen grupo de ángeles de tu confianza y pon en orden todo ese territorio.
Jesús obedeció. Tiempo después (aunque en el cielo no hay tiempo) el hijo único del Señor regresó.
–¿Qué pasó hijo? ¿Cómo te fue? ¿Se arregló todo en México? –preguntó Dios, aunque se supone que Él todo lo sabe.
–¡Ay! Padre, –contestó Jesús con cierto aire lastimero–. Si yo te contara. Y Jesús narró lo que sucedió:
–Formé un grupo especial de ángeles de mi confianza tal y como lo pediste, y aprovechando el año electorero logré ganar la Presidencia de México.  La inmensa mayoría voto por mí, por ser tu hijo.
Miró fijamente a Dios y continuó:
–De acuerdo a la proyección de las metas, lo primero que hicimos fue construir penitenciarías grandes en cada uno de los municipios del país, sabíamos que las ibamos a necesitar. Atrapamos a todos los narcotraficantes y secuestradores junto con sus colaboradores, desde ahí empezó el problema. Cayeron gobernadores, presidentes municipales, jueces, jefes de policía, militares, banqueros, agentes de aduanas, transportistas, televisos, artistas y hasta gente del clero.
Jesús hizo una breve pausa y prosiguió:
Ni modo, todos a la cárcel. Se desestabilizó el sistema por la ausencia de esas gentes en sus puestos. Decidido continué mi misión y pensé que para mejorar la seguridad en la vía pública deberíamos detener a todos quienes infraccionaran la ley. Otro problema, confiscamos vehículos de los malos conductores, de los que no traen placas, licencia o tarjeta de circulación, de los que traen vidrios polarizados, conducen con alcohol en sangre, en sentido contrario o con exceso de velocidad, de los que se estacionan en lugares prohibidos, que traen gente en las góndolas de las camionetas o camiones, los que violan leyes ambientales o que llevan a niños sentados en las piernas del conductor, incluso en el sillón del copiloto.  
Desde ese día desaparecieron el 80% de las motocicletas, el 50% de los taxis, el 95% de las “combis” y autobuses urbanos (incluido el Conejobus), el 20% de los vehículos de uso particular y el 95% de los vehículos de PEMEX y CFE.  Con estolas calles empezaron a estar desiertas de vehículos pero llenas de gente sin poder trasladarse.
Envié a los ángeles a detener o multar a los ciudadanos que evadian impuestos, que robaban la energía eléctrica, tenían doble acta de nacimiento de sus hijos, recibian ayuda del gobierno sin tener derecho, que tenían trabajos fantasmas (aviadores), que se robaban cosas del centro de trabajo, que simulaban enfermedad o lesiones para cobrar ayudas, que vendían o compraban calificaciones en las escuelas, a los que vendían o compraron títulos universitarios, a los que tiraban basura en áreas verdes, a los que queman, a los que contaminan el aire, los ríos, lagunas y mares; también a los que pagaron mordida por trámites y a los que los recibieron, a las concubinas que se dieron de alta como madre soltera para recibir dinero, a los que compran cosas robadas como gasolina, llantas, radios, refacciones de auto y ropa; además detuvimos a los policías con antecedentes penales o positivos al dopaje; a los periodistas y dueños de periódicos que sobornan o extorsionan a los funcioanrios y ciudadanos.
Jesús hizo una pausa y movió la cabeza en negación:
–Ya teníamos los planes para meternos a los sindicatos y escuelas para investigar a esa gente y castigar a los delincuentes. ¡Estaba decidio a acabar con la impunidad, tal como lo piden los mexicanos!
–¿Y luego? ¿Qué pasó? –preguntó de nuevo Dios.
–Pues que se nos llenaron las cárceles, y aunado a la agilidad del sistema juridico mexicano necesitabamos tener encerrados y alimentar a varios millones de mexicanos. Dejaron de funcionar la mayoría de las empresas e instituciones importantes, en una palabra se paralizó México.  Las calles quedaron desiertas. Me dí cuenta, por más increíble que parezca, padre, México funciona gracias al sistema del que sus ciudadanos tanto se quejan.
–Bueno, –intervino Dios–, para eso te mande, para arreglar las cosas. ¡Debiste quedarte a componer todo!
Jesús sonrió y le contestó al Señor:
–Padre, tengo orden de arresto por fraude electoral, enriquecimiento inexplicable, abuso de poder, falta de acta de nacimiento, acusado de llegar a presidente aún siendo soltero, fuera de la edad requerida y por si fuera poco soy extranjero. Me agregaron práctica ilegal de la medicina documentada en la biblia, y el clero me inició juicio por prácticar la magia, también documentada en la biblia. Las marchas y plantones pidieron mi destitución, acabaron por desquiciar el país y mejor salí huyendo hacia acá.
Hizo una pausa para suspirar y dijo:
–Por eso, Padre, mejor dejálos como están, que se acaben solos entre ellos y después hacemos otro país con gente que sepa apreciar lo que les diste de recursos naturales, ubicacion geográfica, clima, agua en abundancia y tierra fertil. Pero te suplico, no me mandes otra vez. ¡Con una crucifixión es suficiente!
Los mexicanos quieren acabar con la impunidad, pero no de la propia. ¡Que reviva Mexico!

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