El coyote inválido

El ser de un grupo intelectual es también disfrutar de todas las cosas que se hacen en la vida por absurdas que parezcan. Qué hueva ver solo películas de muestra, no sentir la pasión de algún deporte y escuchar música solo por pose. ¡Buuu! En este blog sólo expreso mis opiniones y observaciones muy, pero muy particulares, pero todo al estilo COYOTE.
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lunes, 28 de septiembre de 2015

La generación X

Somos una generación muy especial, nos denominaron la generación X, como no hacerlo si nuestra infancia estuvo llena de cambios, demasiados cambios. Quién no se imaginaba tantas cosas para cuando llegara el 2000 y llegó con unos cambios no tan similares como pintaban las películas, pero es los últimos 10 (estamos en el 2015), si hubieron grandes innovaciones tecnológicas dignas de una película de ciencia ficción.

En estos tiempos utilizamos los dedos casi para todo, lo cual sí sería una era digital. Pero hagamos un recuento de los cambios que vivimos los nacidos entre los 1970 y 1987.

Somos la última generación que jugaba en la calle y en los recreos de la escuela a hacer "bolita", a las escondidas, el burro al hoyo, el arranca repollo, las canicas, tenta, el avioncito (tejo), entre muchos otros juegos.

Somos la primera generación que jugó con videojuegos, vimos caricaturas a color y fuimos a algún parque de atracciones.

Fuimos los últimos en grabar canciones de la radio en cassettes (como olvidar que mientras se grababa, en algunos casos, no podíamos ni hablar e incluso estábamos pendientes que no dijeran el promocional de la misma radio)

Vimos películas en cintas... versión Beta y VHS, eso sí, las películas rentadas tenías que devolverlas rebobinadas.

Somos los orgullosos pioneros del Walkman, Discman y principalmente de ver como los LP's (viniles) se iban y se reducían a un CD.


Cuántos no tuvimos tragarnos "Salvado por la Campana" (con todo y Screech), "Beverly Hills 90210", “Alf”, “El príncipe del Rap”, “La niñera”, “McGuiver”, “KITT el auto increíble”, “El condor”, “Lobo del Aire”, “Los ángeles de Charlie” y muchas otras que ahora son hasta películas.

Vimos caer el muro de Berlín, la perestroika y además la caída de las torres gemelas.

Aprendimos a utilizar las computadoras antes que nuestros padres y abuelos, y sobre todo antes de todos esos niños cerebritos de hoy en día y nunca vimos a los que no sabían usarlas como una especie de "retardados" como sucede hoy día. Usamos diskette de 5 ¼ y 3 ½ antes de que existieran las USB’s.

Jugamos con el Atari, Intelevision, Nintendo 64; de los que se desprendieron grandes juegos como el Donkey Kong, Mario Bros., Contra, Dig Dug, Centipede, Moonwalker, TMNT, Double Dragon, Street Fighter, Mortal Kombat, entre otros; pero como olvidar al Tetris.

Vimos los anuncios de los primeros celulares (que parecían ladrillos), incluso cuando los autos de lujo incluían teléfonos en ellos y hasta creímos que Internet sería un mundo libre.

Crecimos con La pantera Rosa, los ThunderCats, los Transformers, He-Man, Robotech, G.I. Joe, Los Halcones Galácticos, El Correcaminos, Los Supercampeones, Espartaco, Mazinger Z, Los Pitufos, Los supersónicos, Los Picapiedras, El pájaro loco, Candy Candy, Remi y La señorita cometa, muchas ya, levadas al cine.

Somos la Generación de Chabelo y sus mentadas mañanas de domingo, de Siempre en Domingo y sus “cantantes internacionales” como Locomía; incluso vimos como de Chiquilladas salieron varios artistas como Aleks Syntek (su disfraz de panda no le pedía nada a Po de KunFu Panda), Lucero, Carlos Espejel (su famoso Chiquidrácula y Cantinflas) y hasta soportamos a las gemelas ridículas Ivonne e Ivette. Vimos como Tatiana se convertía en la reina de los niños haciéndole competencia a Xuxa y al mentado grupo de payasitas lamas Ni fu ni fa, también o más ridículas que las gemelas.

Vivimos como Menudo y Chamos iniciaron en Latinoamérica con los grupos de hombres cantantes y bailarines poniéndole a todas sus canciones un “pasito” para bailarlas, no le “pedían nada” a New Kids on the block”.

Cuántos no cantamos “Livin’ on a prayer” de Bon Jovi, “Don’t stop belivin’” de Journey, “Nothing gonna stop us now” de Starship, “Take on me” de A-ha, “Your love” de The outfield, “Sweet child o’mine” de Guns N’ Roses, Don’t stop me now de Queen, y vimos como todas las canciones de rock perdieron su requinto que siempre iban a la mitad de ellas.

Crecimos escuchando a los Reyes del Pop (Michael Jackson y Madonna) y tenemos como referencia del tiempo al que nos referimos cuando utilizamos a Michael Jackson, si era negro: 80’s, si es blanco: 90’s y ya murió: después del 2000.

Quien no recuerda el inicio de los videos musicales, la mayoría terribles y presentados por Gloria Calzada después del noticiero de Jacobo Zabludovsky; los que tenían parabólica pudieron disfrutar del MTV, cuando realmente era Music Television.

Vimos todas las películas de la Época de Oro del cine mexicano cuando regresamos de la escuela y no nos cansábamos de ver a Pedro Infante, Jorge Negrete, Tin Tán, Clavillazo, Manolín y Chilinski, Doña Sara García, Joaquín Pardavé, Jorge Negrete y cuántos más que nos hacían amena la esperara para comer en familia.

Qué emocionante era comprar tus “figuritas” para llenar el álbum, destapar la “sabrita” para coleccionar tazos y mejor aún canjear un pepcilindro.

Ahora una pregunta retórica: ¿Cómo sobrevivimos en esos tiempos?

Con toda la modernidad que existe actualmente, los niños de ahora no creerían que ellos pudieran estar vivos. Si hasta los especialistas dijeron que tendríamos pocas oportunidades de estar vivos todos aquellos nacidos en los 60’s, 70’s e incluso casi toda la década de los 80’s.

No usábamos cinturones de seguridad, sin sillitas especiales para bebés, sin AirBags, no existían los frenos ABS y los viajes se prolongaban muchas veces de 10 a 12 horas, no nos preocupaba el ser clase turista.

Nuestras cunas estaban pintadas con pintura de plomo; no tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños.

Tomábamos agua de mangueras y no de botellas PET; ni siquiera sabíamos del calentamiento global y lo sustentable.

Comíamos pastelitos y muchos dulces, además tomábamos mucho refresco embotellado y con mucha azúcar y nunca tuvimos sobrepeso, porque la pasábamos fuera de casa, en la calle, jugando. Los fines de semana y vacaciones salíamos en la mañana a la “calle” a jugar todo el santo día y solo teníamos que regresar antes de que se metiera el sol.

No podían localizarnos, no teníamos celulares; tampoco existían las computadoras, laptops, tabletas, canales ilimitados de TV, ni siquiera el Internet, ya no digamos las redes sociales. Si querías saber algo tenías que ir a la biblioteca a investigar libro por libro y leerlos, no existía ni “San Google” ni Wikipedia. Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila o bolsa que rara vez tenía refuerzo para los hombros y mucho menos, ruedas. Cuántos no recogimos del suelo nuestros útiles al romperse la mochila o al abrirse el portafolio Samsonite.

No tuvimos PlayStation, Wii, X Box, pantallas planas, sonido Surround, mp3s, iPods, tabletas, pero nos lo pasábamos muy contentos tirándonos globos con agua, jugando con los Playmobil, Star Wars o con simples corcholatas.

Inventábamos juegos con palos, piedras y pelotas, muchas hasta veces dolía y solo nos decían que tuviéramos cuidado y no hacíamos caso. Jugábamos a la pelota y si no había, el envase de un Frutsi e incluso una bolsa de plástico rellena de papeles era suficiente. A nuestros amigos los conocíamos en la calle, nos caíamos de los árboles, nos rompíamos huesos y dientes; tuvimos raspones y chichones.

No era necesario tener Instagram, Facebook, Twitter, para saber si existíamos, íbamos a pie o en bici a visitar a nuestros amigos, solo teníamos que tocar la puerta o incluso así nada más entrábamos o bastaba con hacer bien fuerte la "silbada" del grupo o gritar fuera de la casa, en plena calle, para que toda la cuadra saliera de sus casas.

Éramos “El zanahoria”, “El meco”, “La botana”, “El trofeo”, “El gallo”, “La china”, “La flaca”, “La pecos”, “El negro”, “El chato”, “El colocho” o cosas así, pero todos pertenecíamos al mismo grupo y por el apodo sabíamos de inmediato quien era; ahora son zanahoriitax,mekko, votanix, trof3o, gaio, shiina, flahkah, p'kosiita, neghhro, shatto y koloxsho).

Andábamos en bicicleta o patines sin casco, ni protectores para rodillas y codos. Los columpios eran de metal y la resbaladilla tenía las esquinas o partes oxidadas. Los responsables de estos accidentes éramos nosotros; nos peleábamos a golpes afuera de la escuela, así resolvíamos nuestras diferencias y aprendíamos a defendernos.

Considerar que nuestros padres nos defenderían y nos sacarían de apuros era impensable, incluso ellos les daban la razón a los maestros.

No se incluía a todos en los equipos y por eso nos esforzábamos, algunos no éramos tan listos en la escuela y nos reprobaron. Los exámenes eran difíciles, no te daban la guía para estudiar el examen. A veces los maestros eran injustos, te ponían orejas de burro y te mandaban al rincón y no por eso decíamos que hacían las cosas con dolo. Nuestras acciones tenían consecuencias, tal vez severas y lo sabíamos.

Sobrevivimos a un gran cambio, ahora si tenemos hijos, piensa ¿por qué no lo dejas hacer esas cosas si lo pasaste tan bien? Somos una generación que tuvimos la suerte de crecer como niños y con la chancla de mamá volando por la oreja, recordemos lo bueno de la vida. Tuvimos libertad, golpes, aburrimientos y fracasos; y aquí estamos, sobrevivimos.

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