El coyote inválido

El ser de un grupo intelectual es también disfrutar de todas las cosas que se hacen en la vida por absurdas que parezcan. Qué hueva ver solo películas de muestra, no sentir la pasión de algún deporte y escuchar música solo por pose. ¡Buuu! En este blog sólo expreso mis opiniones y observaciones muy, pero muy particulares, pero todo al estilo COYOTE.
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viernes, 2 de marzo de 2012

El noviazgo I


¿Visitarán mi blog personas casadas? No, si pendejos donde quiera hay y habemos un chingo… Yo no sé si sea cierto, yo no creo, pero hay gente que dice que tienen de 20 años de casados y todavía se besan en la boca… que cochinadas son esas… no creo yo esas mamadas, bueno, es más, dicen que hay gente que después de los 15 años hasta cogen, no, no, no… ahí si no lo creo, eso sería incesto, es como cogerse a una hermana, pos es casi de la familia, ta todo el día contigo, cógete a otra vieja, pero como la misma…
Fíjense que a mí eso no se me ha dado, festejar mi matrimonio, cada vez que me acuerdo de que me casé, me dan ganas de agarrar a chingadazos al cura… de veras, el otro día me dijo mi mujer:
-Oye, vamos a cumplir años de casados… matemos un cochinito para hacer carnitas…
-Ah, chingá, y ¿el animal que culpa tiene? Vamos a matar a tu primo que fue el que nos presentó…
Yo de novio era feliz, no sé pa’ que me casé, de novios le platicaba cosas y hasta atención me ponía… ahorita le dijo algo:
-Pérate, la novela…
Y qué bueno que vea novelas, la tranquiliza y se desfoga… así ya no se mete conmigo, ah, porque cómo chingan… de novios hablábamos por teléfono de a madre y cuando la iba a llevar a su casa hasta sufría… qué pendejo si la iba a ver al otro día… me decía yo:
-Todo el día la veo y la tengo que llevar… chingao, quiero estar con ella todo el tiempo…
Llegas a la puerta de su casa y le decías:
-Hasta mañana, mi amor…
-Hasta mañana…
-Voy a soñar contigo…
-Yo también… -te contestaba-.
-¿Tú también vas a soñar contigo?
-No, pendejo, yo contigo…
-Ah, ok, ok…
Antes de subirme al carro me decía:
-Mi amor…
Y me regresaba así como en las novelas…
—Dime, amor mío…
Ahorita me recuerdo a mí mismo y dijo, chinga tu madre, que mamón…
—Llegando a tu casa me hablas, porque me quedo bien preocupadísima…
Vivía yo a media cuadra de ella, que chingaos me iba a pasar… me iba en reversa para no dar la vuelta en U, me daba hueva.
—No, mi amor, me da pena porque es muy noche.
—Me vale madre, tú háblame porque si no, no puedo dormir.
Llegaba a mi casa y me ponía así en posición acá como para dormir, oscuro, rascándome la panza y a edad si, después la comezón se va para abajo...
Marcaba el teléfono y le hablaba:
—Hola, mi amor…
—Hola.
—Ya estoy en casa.
—Bendito sea Jesús de las ampollas!
—Hasta mañana…
—No… no me cuelgues…
—¿Por qué?
—Por quiero oír tu voz… (No mames...)
Luego ella continuaba:
Quiero que me digas una cosa…
—Dime mi amor…
—Quiero que me digas cuanto me quieres…
No entiendo porque les gusta oír esa chingadera, y de novios no batallas, te quiero, te amo, te adoro, de aquí a la luna 4 veces ida y vuelta, en reversa con los ojos vendados, con una pata chueca, y descalzo para que amarre con el pinche sol para que veas como te quiero. Y las viejas siempre te ganan…
—Pero yo te quiero más…
—No, no, no… cómo crees...
—Sí, yo te quiero más… fácil, ni compares, mira, yo te quiero tanto que esto que hacemos tu y yo, jamás lo hice antes con otro…
—Pos para ser novata te sale a toda madre…
—Pos sí, pero no pienses mal porque lo aprendí en la tele.
—¿En la tele, ahí te recargaban o qué?
—No, baboso… cómo que me recargaban… en una película que vi.
Y luego de novios, hace uno unas preguntas tan pendejas…
—Y el otro novio con el que andabas… a poco con él no hacías nada…
No, wey, no preguntes eso, porque las viejas se encabronan de a madre…  hasta oyes la respiración en el pinche teléfono, parece que te van a succionar.
—Sabes qué… sabes qué... jamás me había sentido tan humillada, jamás, pero si no confías en mi chiquito, aquí le paramos, oye yo no tengo ninguna necesidad, óyelo bien, de andar con un pendejo como tú, perdóname la palabra, con un pendejo, que dude de mí, porque mira, así de pretendientes tengo…
—Ya mi amor, perdóname, perdóname, ya…
—No, no, perdóname, madres, tú crees que con un perdóname se acaba, no… no mi rey, sabe lo que me das, me das lástima y risa mira: ja, ja, ja… me río de ti... como dice la Gloria Trevi, tú crees, ingenuo, que todas las mujeres son como las que tú conoces, no… mi rey, perdóname, pero también habemos mujeres decentes… 
Chingue su madre, que le dices, si está enojada, te haces pendejo como que no oíste…
—Y sabes qué, nunca más me vuelvas a hablar…
Y te cuelga de madrazo, y tú dices: “pendejo la perdí, la perdí…” y vuelves a marcar, y te deja que suene 40 veces y luego te contesta:
—Diga, ¿Quién habla?
Ay, pa que se hacen pendejas si saben…
—Hola bebé... ¿cómo has estado?... 
—¿Qué quieres? No te quedó claro lo que te pedí, que no me vuelvas hablar. Pero sabes qué, que bueno que me volviste a hablar, porque no acabé de decirte lo pendejo que eres… de topes en la pared te vas a dar, de topes… cuando sepas lo que perdistes…
—Ya mi amor, perdóname, perdóname, dame una oportunidad.
—Está bien. Te voy a dar una oportunidad para que veas que yo si te quiero…
—Gracias, mi amor, gracias… de ahora en adelante lo que tú digas será la verdad para mí.
—Ya veremos, ya veremos.
—Te lo juro mi amor, oye como qué hora es ya…
—Las 3:30 de la mañana…
—No, puede ser tan tarde...
—Ya ves no me crees nada…
—Ok, ya, ya… 3:30, ya, cuelga ya, mi amor…
—No, cuelga tú… yo siento horrible…
—No, cuelga tú…
—No, mi amor, es que siento bien gacho…
—No, no te preocupes, cuelga, por favor…
—Es que quiero pedirte una disculpa.
—No, no te preocupes.
—Sí, mi amor, quiero disculparme por lo que te dije…
—Tú no me dijiste nada.
—Ok, ya, ya… te perdono…
—¿Nos vamos a ver mañana?
—Sí, mi amor.
—¿Pasas por mí? Pero vamos vestidos iguales…
A hijuesu pinche madre, como es uno pendejo y ridículo cuando uno anda noviando. 
Y lo más cabrón, qué problemas puede uno tener… celos… sí, sí, de esos que cuando pasa una muchacha volteas y te dice:
—¿Qué le ves a la chichona esa?…
A chingá pos si ustedes la ven chichona, imagínense como la veo yo… Hacen cada pregunta:
—¿Viste la güera esa que pasó? ¿Se te hace de buen cuerpo?
Inche viejorrón, tú las viste a toda madre y completita y te haces pendejo:
—¿Cual muchacha?
—Ay, gordo, la que pasó ahorita… aquí, aquí, la que va para el baño…
—No, no la vi, pensé que era el mesero…
Seguramente, si la solo falta que le quietes la ropa con los ojos...
—Ay, gordo, ahorita que salga del baño la ves…
Y tu: “uta, ya la vi toda…” y cuando viene saliendo tú le dices: “esa, esa”.
—Sí esa.
—¿Cuál, la nalgoncilla? (hazte pendejo).
—Es que dice que tiene buen cuerpo.
Y una cinturita así de la vieja, antes de contestar metes la mano y agarras la lonja de tu vieja, volteas ver a la cinturita de aquella y volteas a ver a tu vieja y le dices:
—No’mbre, ta reflaca la vieja.
Eso cabrón, tu queda bien con tu vieja, la otra que chingue su madre, ni te las va a dar… 


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