Desde la banca de una plaza de un lugar cualquiera, escribo una carta para que tú sepas lo que ya sabías, aunque no lo dijeras. Espero que llegue a tus manos y que no la devuelvas, que pagues el rescate que abajo te indico.
Decidí por eso mismo, un mecanismo de defensa. Presa como está mi alma, con la calma suficiente, ser más fuerte, y enfrentarme cuanto antes a la verdad, sin dudar un segundo, lo asumo, sólo tú puedes pagar el rescate.
Devuélveme el amor que me arrebataste o entregárselo lo mismo me da, al abajo firmante; no hay dinero, ni castillos, ni avales, ni talonarios, no hay en este mundo, ni en planetas por descubrir, aunque parezca absurdo, lo que aquí te pido. Y no te obligo a nada que no quieras.
Yo tampoco me explico, por qué no acudí antes a ti. Pero nadie puede salvarme, nadie sabe lo que sabes y tampoco entregarían lo que vale mi rescate. Ahora las fuerzas me fallan, mis piernas no responden; te conocen, pero no llegan a ti.
Ahora que no pueden hacerme daño los besos que tú me dabas, que
aburrido, que desgraciado me siento sin tenerte a mi lado y sin poderles cantar.
Tengo remordimientos y mil disculpas, quizá es una mala excusa para olvidar,
aunque tengo la conciencia tranquila y busco la paz profunda, a mi modo he dado
todo lo que soy.
Ahora que el tiempo ha pasado y he dejado de lado la competencia, que veo más
claro, que escucho mejor, doy gracias por haber llegado hasta aquí. Con todos
estos años intensamente vividos y realmente exprimidos, sigo en forma, no estoy
cansado y tengo decidido retrasar mi final.
Ahora puedo decirlo más alto pero no puedo más claro, todo
lo que en el mundo he amado es una canción, un cine y a ti.
Me dices que soy un poco particular, diferente a los demás y
ahora te estorban todas esas cosas que adoraste de mí. Cuando esas pequeñas
bromas te hacían reír hasta llorar y ahora las odias; si soy así, un poco loco,
un poco sensible, un poco arrebatado, de todas formas y por suerte ya soy otro.
Los recuerdos se parecen sólo en parte a la realidad, no es
verdad que subiera más alto, es más ien caído más bajo. En este ajuste de
cuentas las palabras son como piedras lanzadas con fuerza contra las ventanas
de mi alma.
Lo que más te gusto de mí es lo que quieres cambiar y hay
que estar con las botas puestas, dispuesto a aguantar. Sabes que pienso que una
retirada a tiempo es siempre una derrota. Y aunque no me conozcas ahora, de
todas formas alegrías me sobran.
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